jueves, 5 de febrero de 2009

Diseñan robot cuyo software imita el proceso de aprendizaje del cerebro


El robot se auto-asigna de manera automática nuevos grupos de "neuronas" destinadas a adaptar su funcionamiento.


Científicos británicos de la Gordon University de Aberdeen (Escocia)  han creado un robot cuyo software le permite adaptarse y mejorar su aprendizaje en cuestión de horas, pues incrementa su "inteligencia" a medida que lo hace su estructura física.

Los robots actuales no pueden afrontar esos cambios por si mismos sin rediseñar por completo su software, algo que resulta caro y poco operativo, por lo que el trabajo del equipo de inteligencia artificial del profesor Christopher MacLeod puede ser de gran ayuda.

"Si realmente queremos construir robots humanoides complejos con aún más sensores y comportamientos más elaborados, es fundamental que puedan crecer en complejidad a medida que pasa el tiempo, igual que hicieron las criaturas biológicas", afirma MacLeod en un artículo que publica en su último número la revista "New Scientist".

MacLeod recuerda que los seres humanos evolucionaron al ritmo que su capacidad y complejidad cerebral aumentaban gracias a que nuevos grupos de neuronas se añadían a la estructura neuronal ya existente y que, paralelamente, se desarrollaban extremidades y sentidos.

De la misma manera, el programa informático del robot diseñado se auto-asigna de manera automática nuevos grupos de "neuronas" destinadas a adaptar su funcionamiento a los nuevos elementos que se incorporen a su estructura original.

Una red neural controla el robot mediante un software formado por una serie de nódulos de procesadores interconectados que pueden ser programados para realizar las acciones deseadas.

Por ejemplo, según se explica en el artículo de "New Scientist", si el objetivo es mantener el equilibrio y el robot recibe en sus sensores la señal de que se está cayendo, la reacción será mover sus extremidades para intentar mantenerse en pie.

La investigación comenzó con un robot muy sencillo del tamaño de un libro, que tenía dos tubos sólidos como piernas y un motor que permitía moverlas en un ángulo de hasta 180 grados.

El siguiente paso consistió en proporcionar al sistema de control del robot, formado por seis "neuronas", una primera orden muy simple: avanzar lo más posible durante 1.000 segundos.

A partir de ese momento, el software empezó a buscar cómo evolucionar para encontrar la manera más rápida de desplazarse.

"Se caía todo el tiempo, casi como una marioneta", explica MacLeod, "pero hubo un momento en que empezó a avanzar y a no caerse casi inmediatamente, y siguió mejorando progresivamente hasta que empezó a saltar encima del banco como si fuera un Gobio Saltarín".

McLeod, confía en que esta tecnología sirva para construir robots más inteligentes y prótesis más eficaces para personas que han perdido alguna extremidad.

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